jueves, 23 de febrero de 2012

Incapacidad

Muchas veces traté de dejar a un lado ciertos pecados... y en muchas formas he fracasado. Claro, entiendo que Dios no espera que sea totalmente santo en esta vida. Sé que eso es imposible. Sin embargo también Dios me pide que sea santo como Él es Santo.

A veces he pensado que esto no suena muy coherente: Dios pide que sea Santo y al mismo tiempo entiende que no puedo.

Y me he esforzado por serlo, pero siempre veo mi incapacidad por seguir los pasos del Señor de manera perfecta. Y el pecado... ¡Ah, el detestable pecado! Sigue tan vivo como si no hubiera muerto.

Yo sé que no solo es mi lucha, sino la de todo hijo de Dios: Hacer lo que al Dios santo le complace y no lo que mi carne busca. Y parece ser que algunos no entendemos que por más que nos esforcemos no somos capaces de dejar el pecado atrás, ni por nuestro esfuerzo ni por nuestra voluntad.

-- Es el Espíritu de Dios mismo quien puede hacer tan grande obra --

No yo. Ni nadie.

"...porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis." Rom 8:13

Sin darme cuenta muchas veces (millones de veces) he luchado en la carne, y por ende he vivido conforme a la carne. Pero es el Espíritu de Dios quien puede hacer morir lo sucio y detestable que queda en mí.

¡Padre, haz tu voluntad en mí!¡Obra en mí Espíritu del trino Dios! ¡Jesús, llévame de la mano por tu camino!

Haz morir en mí las obras de la carne... porque yo soy incapaz.

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