sábado, 10 de marzo de 2012

Salmo 91


Salmo 91


     1      El que habita al abrigo del Altísimo 
    Morará bajo la sombra del Omnipotente. 

          2      Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; 
    Mi Dios, en quien confiaré. 

          3      El te librará del lazo del cazador, 
    De la peste destructora. 

          4      Con sus plumas te cubrirá, 
    Y debajo de sus alas estarás seguro; 
    Escudo y adarga es su verdad. 

          5      No temerás el terror nocturno, 
    Ni saeta que vuele de día, 

          6      Ni pestilencia que ande en oscuridad, 
    Ni mortandad que en medio del día destruya. 

          7      Caerán a tu lado mil, 
    Y diez mil a tu diestra; 
    Mas a ti no llegará. 

          8      Ciertamente con tus ojos mirarás 
    Y verás la recompensa de los impíos. 

          9      Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, 
    Al Altísimo por tu habitación, 

          10      No te sobrevendrá mal, 
    Ni plaga tocará tu morada. 

          11      Pues a sus ángeles mandará acerca de ti,a 
    Que te guarden en todos tus caminos. 

          12      En las manos te llevarán, 
    Para que tu pie no tropiece en piedra.

          13      Sobre el león y el áspid pisarás; 
    Hollarás al cachorro del león y al dragón.

          14      Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; 
    Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. 

          15      Me invocará, y yo le responderé; 
    Con él estaré yo en la angustia; 
    Lo libraré y le glorificaré. 

          16      Lo saciaré de larga vida, 
    Y le mostraré mi salvación.







sábado, 3 de marzo de 2012

Ven y sígueme...

¿Por qué necesitamos a un hombre o una mujer de Dios?

Mira el lugar donde vives, mira a la gente que te rodea, la cultura, la televisión, mira la moda ¿Vez algún reflejo de Jesucristo? ¿Ves alguno que sea como Jesús? ¿Si te ves al espejo miras a Jesús?

¿Y quién está dispuesto a seguir a Jesucristo? No necesitamos un ingeniero, el mundo ya tiene muchos, no necesitamos un doctor más, no necesitamos un abogado, no necesitamos un vendedor más...

Necesitamos un hombre o una mujer de Dios. 

Necesitamos un Josué, que mire a los gigantes y diga: "no os rebeléis contra el SEÑOR, ni tengáis miedo de la gente de la tierra, pues serán presa nuestra. Su protección les ha sido quitada, y el SEÑOR está con nosotros; no les tengáis miedo" (Números 14:9). 

Necesitamos una Ester que a pesar de desobedecer la ley entre a la presencia del rey para interceder por su pueblo con el riesgo de perder la vida, y diga con firmeza: "entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca" (Ester 4:16). 

Necesitamos a Pedro y Andrés (los apóstoles), quienes a la simple orden de Jesús: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres", dejen sus redes al instante y le sigan.

Necesitamos a alguien que escuche la voz de Dios diciendo "¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?" (Isaías 6:8) y responda junto con Isaías: "Heme aquí, envíame a mí" (Isaías 6:8).

No necesitamos un profesionista más, no necesitamos un técnico más, no necesitamos un maestro más. De todos estos ya hay muchos y muchos seguirán andando por el mismo camino, con muchos avances, pero el mismo viejo camino. 

Lo que este mundo necesita es a alguien que viva entregado y comprometido totalmente con Jesucristo. Que ande en los pasos de Jesucristo.

¿Cuántos conoces de estos en persona? ¿Puedes contarlos con los dedos de una mano? Me imagino que sí. ¿Cuántos abogados conoces? ¿Cuántos ingenieros? ¿Cuántos vendedores? ...


 
Si Jesús te invita ¿Estás dispuesto a seguirlo?


"Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron." 

Mateo 4.18–20.