martes, 28 de febrero de 2012

Tesoro escondido


Un hombre se encontró con un tesoro escondido en un campo abandonado. Es tan grande y tan pesado que no pudo sacarlo de ahí, pero también es muy valioso como para solamente irse y olvidarlo. Así que se dio a la tarea de buscar al dueño para comprarle todo el campo, y así apropiarse también de su descubrimiento.

Pero se encontró con un problema: ¿Con qué voy a comprar el campo abandonado? - Pensó - Y casi sin pensarlo halló la solución: "Venderé todo lo que tengo, pues cualquiera que sea el precio, ni todas mis posesiones juntas ni el campo abandonado tienen valor a comparación del tesoro escondido".

Así que lo hizo, vendió todo lo que tenía y compró el campo abandonado con el tesoro escondido.

Pudo haberse quedado con algo de lo que tenía, quizás su camioneta vieja, pues le sería útil para trabajar ¿Quedarse con la camioneta vieja? ¡Pero qué locura¡ Con el tesoro le alcanza para comprar cientos de camionetas sin gastar ni una quinta parte del valor de su nueva fortuna.

O quizás debió haber conservado por lo menos el pequeño departamento que había comprado con un crédito que le otorgó el banco ¡¿Qué dices?! Y para qué un viejo departamento ¡Si ahora puede comprar mansiones¡

Sería una locura haber conservado algo ¿No lo crees? ¿Para qué guardar los viejos trastes, la vieja ropa o el viejo televisor? ¡No, amigo de nuestra historia! ¡Vende todo y compra ese campo abandonado! ¡¿Para qué quieres todo lo demás si a comparación del tesoro todo pierde su valor?! ¡Apresúrate!

Así es el reino de los cielos, dijo Jesucristo. ¿Qué hay de más valor que el reino de los  cielos? 

Sin embargo a veces parece que queremos "lo mejor del mundo" y lo mejor de Dios. Las mejores casas, los mejores carros, ser los más populares, los más respetados, los más adinerados, los mejor vestidos, los mejor preparados, tener los mejores puestos... y a la vez queremos el Tesoro.

No, no queremos renunciar a nada, sino que nos apegamos con gran cariño a lo que tenemos, a lo que nos dedicamos, aquello por lo cual hemos dado la vida. Y le queremos sumar a todo ello el reino de los cielos, como si este fuera algo que agregar a la lista.

No somos como el hombre de la historia que entiende claramente que debe cambiar todo por el tesoro. Pues nada vale como su nueva fortuna. 

La salvación de Dios no es algo que se agrega a tu vida antigua, es una vida nueva.

Es un tesoro que encuentras y te cambia todo, estás dispuesto a dejar todo por él. ¿Lo mejor de Dios y lo mejor del mundo? ¡Qué locura¡ Es todo o nada. Es el reino de los cielos o este mundo.


"Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo".
Mateo 13:44




Dios, abre mis ojos para que mire tu gloria, hazme ver la realidad espiritual de tal forma que deje todo atrás por ti. Hazme dejar todo por ti, pues tú eres el Tesoro que vale más que todas las cosas que pueda tener en este mundo. Inclina mi corazón hacia ti para que ame tus estatutos y te ame con todo mi corazón. 








jueves, 23 de febrero de 2012

Incapacidad

Muchas veces traté de dejar a un lado ciertos pecados... y en muchas formas he fracasado. Claro, entiendo que Dios no espera que sea totalmente santo en esta vida. Sé que eso es imposible. Sin embargo también Dios me pide que sea santo como Él es Santo.

A veces he pensado que esto no suena muy coherente: Dios pide que sea Santo y al mismo tiempo entiende que no puedo.

Y me he esforzado por serlo, pero siempre veo mi incapacidad por seguir los pasos del Señor de manera perfecta. Y el pecado... ¡Ah, el detestable pecado! Sigue tan vivo como si no hubiera muerto.

Yo sé que no solo es mi lucha, sino la de todo hijo de Dios: Hacer lo que al Dios santo le complace y no lo que mi carne busca. Y parece ser que algunos no entendemos que por más que nos esforcemos no somos capaces de dejar el pecado atrás, ni por nuestro esfuerzo ni por nuestra voluntad.

-- Es el Espíritu de Dios mismo quien puede hacer tan grande obra --

No yo. Ni nadie.

"...porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis." Rom 8:13

Sin darme cuenta muchas veces (millones de veces) he luchado en la carne, y por ende he vivido conforme a la carne. Pero es el Espíritu de Dios quien puede hacer morir lo sucio y detestable que queda en mí.

¡Padre, haz tu voluntad en mí!¡Obra en mí Espíritu del trino Dios! ¡Jesús, llévame de la mano por tu camino!

Haz morir en mí las obras de la carne... porque yo soy incapaz.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Fortaleza mía


"Te amo, oh Jehová, fortaleza mía.
Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; 
Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; 
Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. 
Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, 
Y seré salvo de mis enemigos".

Salmos 18:1–3


Te amo Dios, por ser mi fuerza, por ser mi refugio, por ser mi confianza. Señor, te he llamado y me has respondido, te he buscado y me has tratado con benignidad y misericordia. 

Te amo mi Dios y mi Rey.

domingo, 19 de febrero de 2012

En el huerto

¿Por qué sufre así Jesús? ¿Por qué su rostro no brilla con la sonrisa que le caracterizaba?
Su voz se entrecorta, hay lágrimas en sus mejillas… le pide al Padre que si es posible se haga de otra forma.

No es una petición común, usualmente no se le ve pidiendo hacer las cosas de otra manera, pero esta vez es diferente, esta vez sufre más que cualquier otro día en su vida (hasta ese momento). El lugar que lo vio compartir el tiempo y orar tantas veces con sus discípulos, y que le dio descanso de las multitudes que le apretujaban de día cuando enseñaba, esta vez contempla su rostro demacrado, su gesto doloroso, su voz agonizante. Getsemaní - así llamaban al solitario huerto – es el testigo del más grande ejemplo de sumisión. La humildad y la obediencia alcanzaron su más grande expresión en ocho palabras:

“…no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42)

Y es en este lugar donde Jesús toma la decisión de entregarse aun en contra de sus deseos humanos – y bien naturales – de alejarse del sufrimiento. Es aquí, en este huerto donde Dios Padre da una respuesta negativa a la petición de su Hijo, es casi como si lo escucháramos decir “No Hijo, no hay otra forma”. Y Jesús, el Hijo, obedientemente decide poner la voluntad de su Padre por encima de la suya.

Y además de ser el más grande ejemplo de obediencia, la decisión de someterse muestra el deseo de Dios por mostrar su misericordia, mostrar su amor, mostrar su justicia, mostrar su compasión, al mandar a su hijo a morir por la humanidad perdida. El Padre enviando a morir a su Hijo, el Hijo estando en la condición de hombre se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:8).

¿Es amor el del Padre ver agonizar así a su Hijo y al mismo tiempo rechaza su petición de no morir crucificado? ¿Cómo es que el Padre desampara así a su Hijo aún viendo que sufre intensamente en el huerto y pide que sea de otra manera? No es que el Padre no ame a Jesús su Hijo, sino que el precio del pecado tiene que ser pagado. La santidad de Dios sin mancha ha sido ofendida y la gloria de Dios ha de mostrarse sin mancha.

¿No le dolió al Padre ver al Hijo en tan tremenda condición? ¡Por supuesto que sí! ¿No estaría tentado un Padre amoroso que nunca había recibido un solo acto desobediente del Hijo, a sacarlo de ese huerto de una vez por todas y disfrutar de su relación perfecta como antes? Yo creo que sí. Pero el carácter santo y puro de Dios exige que el pecado sea castigado.

 El dolor del Getsemaní no dejó de sentirse, la copa amarga estaba a punto de ser bebida por Jesús.

“…no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42)

Getsemaní fue el testigo de a obediencia, de la decisión de morir para rescatar, del amor inexplicable de Jesús por nosotros. De la determinación del buen Pastor para dar su vida por sus ovejas.


¡Qué amor incomprensible! Que Dios pague el precio que yo debía pagar es evidencia de que Él es amor, no solo tiene amor o que ama a alguien sino que Él mismo es amor y la fuente de todo amor. Y por eso amó de tal manera al mundo que prefirió morir en sacrificio perfecto, agradable, sin defecto. A causa de nuestros pecados


Para que todo aquél que cree en él no se pierda más tenga vida eterna (Juan 3:15)

¡Qué noche la que se vivió en aquél callado huerto! Nadie lo vio llorar, nadie lo escuchó agonizando. Sin embargo allí se determinó seguir con el plan trazado desde el principio de la eternidad.

La exaltación de un Dios justo y amoroso. La gloria de un Dios indignado por el pecado que afrenta su santidad, pero dando solución por su misericordia. El honor de un Dios ofendido, pero por su compasión ofreciéndonos rescate...

El rescate de nuestra alma. 

Gracias Dios ¡Gracias Señor nuestro! Porque no lo merecíamos, porque nos diste vida en tu nombre. Porque tu sufrimiento es la salvación de muchos. Gracias por sufrir por nosotros.

Jesucristo, a ti la gloria.

Una cena con Jesús

Maestro, las puertas están abiertas, no tienes que tocar yo te suplico que entres... y te quedes. Vamos a cenar, déjame adorarte. Pensé en ofrecerte algo de valor pero tú nada necesitas, así que te ofrezco mi vida, ojalá que la pierda esta noche para que en ti pueda encontrarla.

           No tienes que tocar, yo te suplico que entres.


"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo".

Apocalipsis 3:20.

sábado, 18 de febrero de 2012

Tienes solo una vida


No hay dos vidas.
No hay forma de oprimir el botón que regresa a la escena anterior
No hay forma de detener el proceso de envejecimiento.
No hay dos oportunidades.


El momento en que leíste el párrafo anterior quedó atrás...no regresará.



Así como tu vida.


¿Y qué te queda de ella? ¿Qué tienes para darle a tu Señor? ¿Qué cuentas le vas a dar?

"...porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece."
Santiago 4:14




jueves, 16 de febrero de 2012

Todo lo puedo en Cristo



Señor, tú me fortaleces. Tú estás conmigo, tienes cuidado de mí. Aunque a veces llega la desesperación puedo confiar en ti porque tú no cambias, eres una roca inamovible.

¡Señor, cambia mi corazón, guíame con tu palabra. Llévame por el camino que tu quieras!

"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece."
Filipenses 4:13

miércoles, 15 de febrero de 2012

Dios, no tengo fuerzas

¿Y desde cuándo se trata de tus fuerzas?


Reconocer que no tienes fuerzas es es el gran inicio. Porque es ahí en tu debilidad donde brilla la gloria de Jesucristo, es ahí donde empiezas a depender de verdad de Él; es en la desesperación donde empiezas a buscar el poder de Dios.


Y es en ese lugar, donde Jesucristo se convierte en tu dulce Señor y Salvador. Porque las cargas que no puedes llevar las pones en sus todopoderosos hombros. Y te hace descansar ¿Por qué cargar el pecado? ¿por qué vivir como esclavo de un cruel amo (el pecado) si Cristo quiere ser tu Señor?

Y si Jesús se convierte en tu amo, si se convierte en tu dueño, si le suplicas que venga y te libre de tu desgastante y decadente pecado... entonces el Maestro llevará la carga que no puedes llevar.

No, no tienes fuerzas. Nunca las has tenido. Deja de luchar inútilmente y ríndete a los pies de Jesucristo.


"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar."
- Jesucristo

(Mateo 11:28)

martes, 14 de febrero de 2012

Nada es imposible para Dios

"Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios."  Marcos 10.26–27.

- ¿Hay para Dios algo imposible?
- No, no lo hay.

¿Entonces por qué te preocupas por los problemas que tienes ahora? ¿Es que acaso rebasan el poder de Dios?

¿Por qué piensas que no puedes dejar esos pecados que arrastras desde hace años? ¿Dios no tiene el poder de transformarte?

Bueno, en realidad tienes razón. No puedes resolver los problemas, no puedes dejar tus pecados. Pero espera un segundo...

Nada es imposible para Dios.