Jesús es esa persona. El cielo es ese lugar.
Señor, no deseo a nadie fuera de ti, no quiero estar en otro lugar que no sea contigo. Jesús, tú eres el más precioso tesoro ¿Cómo he de cambiarte por nada? ¿Cómo preferir a alguien o a algo antes que a ti? Déjame conocerte, déjame encontrarte, déjame disfrutarte, déjame experimentarte... y llévate mi vida lejos de mí. Porque tú eres quien satisface todos mis anhelos, tu voz y tu llamado son irresistibles.
Jesús, la persona perfecta para mí. Mi Maestro, mi fuerza, mi refugio, mi consejero, mi amigo, mi Salvador. El cielo ¡Ah, el cielo! El lugar perfecto donde después de tantos años de esperar por fin nos encontraremos.